
Los años 80 se estaban estrenando y yo ya era una adelantada a los tiempos que estaban por venir en cuestiones de moda, o quizá lo fue mi madre, que siempre nos llevaba a la última a mi hermana y a mí. Lo malo es que, a pesar de no ser gemelas, mi madre seguía esa tendencia (tan de madres, independientemente de la época) de vestirnos a las dos iguales, a mí normalmente de azul y a ella de rosa (mejor no analicemos en plan freudiano el porqué de los colores de cada una). Para ella (para mi hermana) aquello no suponía nada (era la mayor), pero para mí suponía repetir modelito años seguidos ya que yo era la heredera directa de todo aquello que se le iba quedando pequeño

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