22 de febrero de 2008

MIS MERIENDAS


Mmmmmmmmmmmmmmmm......es cierto que los olores y los sabores perduran a través de los años. Me acuerdo de la época en la que la merienda era realmente una comida más del día (ahora de adulta me parece cosa de críos). O los paquetes "sorpresa" que me preparaba mi madre para la hora del recreo. Nunca sabía lo que me iba a tocar hasta que abría el papel albal y contemplaba la cosa. A veces me relamía de gusto...otras buscaba a compañeras de clases para algún trueque apañado.

Cierro los ojos y veo esos bocadillos de pan bimbo con Nocilla (por aquel entonces sólo de un color), las galletas con Nocilla también (es obvio que en aquella época los kilos no me preocupaban precisamente...), los phoskitos, los tigretones, los Gitanitos (¿por qué los retiraron del mercado?), las Panteras Rosas...todo un mundo gastronómico a mi alcance. Los donut entonces se vendían de uno en uno (y sí que eran del día.......el repartidor de la panadería a la que yo iba llegaba por las mañanas y se llevaba los que no se habían vendido el día anterior...) y creo que costaban unas 25 pelas. Eran mi pasión. Luego ya todos acabaron en paquetes de dos....

El bollycao acababa de nacer....¿os acordáis del anuncio? El pobre niño con la merienda en el patio de recreo(en blanco y negro), jugando como portero, con una mano ocupada por el bollo y en la otra la onza de chocolate (buen mensaje, por cierto). Y el bollycao surgiendo de las profundidades de la mente de algún creativo publicitario como solución al problema. Chavales: a partir de ahora jugar al fútbol (de portero) y merendar no es un problema.



Supongo que si las meriendas para niños hoy en día son similares a las de aquel entonces (sólo que con infinitas variaciones), pero nosotros no sufríamos de obesidad infantil, será probablemente por las miles de calorías que quemábamos en la calle, saltando a la comba, al elástico, echando un teje, a la lima, jugando al escondite o a aquello que nuestra desbordada imaginación diera por bueno. No recuerdo haber pasado una tarde entera sentada en la misma silla (para disgusto de mi madre que siempre me llamo "rabo de lagartija"). No teníamos ordenadores, ni play.......como mucho "Juegos reunidos Geyper", "Cluedo" o las Barriguitas. Pero eso mejor lo contamos en otra ocasión.

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